En la lejana Rusia, había una niña que quería ser bailarina clásica. Cierto día paso por la aldea el famoso ballet Boltshoi y la madre la llevo para que el director del mismo la viera bailar.
Una vez concluida la prueba , la mamá pregunto: “¿Usted cree que tiene condiciones?”.
El director, mirando fijamente a la nena le dijo: “No, no creo”.
Todo un sueño, toda una ilusión echada a perder.
La nena lloro durante un tiempo y aunque no olvido esa frustración, su vida continuo.
Se recibió de maestra y ejerció durante años en su aldea.
Veinte años después, volvió el ballet a la ciudad y ella fue a verlo para recordar lo que había podido ser y no fue. Entre lagrimas, noto que el director era el mismo.
Tomo coraje y al final de la función lo fue a ver y le dijo: “¿Me recuerda?… hace 20 años quería ser bailarina y Ud. me dijo que no tenia condiciones”. A lo que el director respondió: “Si, lo recuerdo muy bien.
Y ahora veo que no me equivoque”. Ella, muy angustiada, le respondió: “Pero como me dice eso otra vez!…Ud. no tiene corazón! El director mirándola fijamente le dijo: “¿Sabe una cosa?, eso se lo digo a todos, y en el caso suyo, como en el de la mayoría, pongo fuera de Ud. a un gran sueño.
Y en este ballet, como en la vida, solo triunfan los mejores, aquellos que tienen la perseverancia y el empuje necesario que solo da… un sueño”
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